lunes, 10 de octubre de 2011

Doce hojas de un otoño, perdidas... hace dos años

Doce hojas, guardadas y enmarcadas ahora en un cuadro
Mojadas del rocío de septiembre,
pintadas de un otoño, en sus colores;
empapadas de nostalgia y de tristeza,
silenciosas y apacibles, doce hojas
... en el suelo, aún reflejan su belleza.


Que al abrigo de una sombra, bajo el cielo,
y en la alfombra más oculta del olvido,
mientras sopla una caricia, que es el viento,
que así suelen cobijarse los recuerdos,
... alguien cruza en su camino, a su encuentro.


Doce hojas, recogidas en un libro,
olvidadas ya en un tiempo sucedido,
tras dos años aparecen una noche,
entre páginas de versos muy lejanos
... y un perfume que quedó medio dormido.


Me gustan las hojas caídas de un árbol lejano
que tuve pintadas junto a mis estrellas.
Me gusta besar su tersura tan limpia y rugosa
y sentir su caricia al rozarme en sus nervios.
Doce hojas que evocan mis viejos otoños,
me gusta de nuevo encontrarme con ellas.

Y por eso..
me gusta enmarcarlas, las doce, tan bellas


Ángel González "Rusty Andecor".

viernes, 9 de septiembre de 2011

“Romance de la aguja y el vinilo”. Una historia de amor escrita para el III Encuentro Internacional de amigos en defensa del vinilo. (Por Rusty Andecor)

La imagen sugerente de una de "mis damas de la chanson"
Aún recuerdo el día en que “desenfundé” aquel impresionante Long Play de Sylvie Vartan que Ángel Jr. me había conseguido en una de esas tiendas de coleccionistas. La imagen sugerente y espléndida de una de “mis damas de la chanson”, pletórica de colores de mi década, parecía recobrar vida cuando el vinilo reposó en mi Thorens plateado y “su amante”, la aguja, dejó caer, en ese instante, su beso mágico y magnético. Fue entonces cuando se produjo la plenitud del romance; ella, la aguja, no dejó de acariciar el rastro de su deseo mientras le susurraba y él, el vinilo, se movía imparable y dichoso, hasta que se produjo el milagro, pues el peso de su abrazo y el roce de su caricia, hizo que se oyera… “aquel mensaje que cantaba una mujer”.

Romance entre la aguja y el vinilo
(Es un poema de Ángel González “Rusty Andecor)

Mi Thorens, su aguja y el vinilo que, con su romance, hicieron
sonar ”aquel mensaje que cantaba una mujer”
“Oigo la música en mis sentimientos,
como  el concierto de una pasión;
pues cuando viajo a través del tiempo.
y me detengo en aquella escena,
suena un vinilo y su evocación

Las partituras de ese momento,
las emociones de unos acordes,
los microsurcos sobre mi Thorens;
todo me inunda de mil sonidos
y del sabor de una canción.

Oigo el latido de su diamante,
ella es su aguja, su corazón,
pues lo acaricia, mientras él gira,
a ese vinilo y a sus recuerdos,
y a él, le susurra, que ella es su amante,
y que su música nunca muere,
porque lo envuelve con su magia,
con su poesía y su fascinación

La erótica esencia del vinilo y su sensual envoltura son la irresistible y eterna seducción de la aguja del gramófono.

El disco de vinilo es el icono azabache y redondo
en cuyos surcos quedaron inmortalizados los más grandes artistas de la música.
Su erótica esencia y su sensual envoltura es el irresistible “objeto de deseo”
de su eterna amante, la aguja,
que sueña acariciar con su diamante
los secretos de su corazón,
para crear el milagro del sonido de una canción
y de las notas y acordes de los colores de la música.
(Rusty Andecor)

El vinilo es el marco que esconde ese escenario imaginario,
pero con sabores de sonido y los de todos sus matices,
cuando se produce la fascinación de esa historia de amor:
 “el romance entre la aguja y el vinilo”,
ese que hará que oigamos…
“aquel mensaje que cantaba una mujer”.
(Rusty Andecor)
  -
Y cuando escucho aquel vinilo
siento el impulso de mi desahogo,
y quiero inundarme con tu canción;
noto un desvarío en mi mente
y no encuentro más consuelo
que toda tu música
…y tu fascinación”.
(Rusty Andecor)



Cuando el vinilo cae sobre el plato, bajo el beso de la aguja,
se produce la pasión desenfrenada de los sonidos de la música
y de nuestra romántica y sensual imaginación.
(Rusty Andecor)



"Después del silencio, lo que más se acerca a expresar lo inexpresable es la música. (Aldous Huxley)

Cuando la música se produce, solo hay una caja mágica en donde guardarla eternamente, como una obra de arte: El Vinilo.
(Rusty Andecor)

La música es la voluptuosidad de la imaginación.
(Eugeene Delacroix)

El vinilo es la esperanza del futuro de la música y de su cultura

miércoles, 20 de abril de 2011

Poema al tiempo. Mi reflexión sobre el paso del tiempo

Si pudiera matar el silencio del tiempo…
lo haría con la indiferencia  del olvido
hacia esos aromas del viento que lo envuelve
y a los matices de un desgaste inmerecido
-
Si pudiera matar la arrogancia del tiempo…
me mostraría indiferente a su pasado,
a esos colores que impregnaron mi añoranza
y los perfumes de recuerdos sonrojados
-
Si pudiera matar la oscuridad del tiempo…
lo cegaría con la luz de mi ilusión,
con el mensaje azul de mis pinturas
hasta desvanecer su confabulación.
-
Pero no puedo mantenerme en el desprecio
a la impiedad de su fatal y gris destino,
ni en mi desdén a ese tiempo inalterable.
Como en mi cuento, solo soy… su Campesino.

Hace pocos días, mientras me inspiraba y escribía al universo de mis musas, tuve ocasión de reflexionar sobre ese aspecto implacable del paso del tiempo, de su inalterabilidad y de su insólita perfección para que nunca se detenga a causa de una descomposición, como la que sufren los relojes que lo marcan.

En una de esas cartas, que escribí para ese universo, como en aquellas que solía dirigir a mis “amigos con alma sensible”, plasmé una vez más mi sentir y mi estado de ánimo ante la llegada de un nuevo acontecimiento, de esos que te reserva la vida inexorablemente. Y dije en mi carta:

Hada de porcelana y relojes de bolsillo, de la colección
de miniaturas y relojes de Ángel González
“En estos últimos meses, los que se aproximaron al fin de mi vida de trabajo y los que iniciaron mi extraña y solitaria etapa, empecé a entender qué es lo que ha significado el paso del tiempo, y comprendí su silencio, pues el tiempo no tiene música cuando transcurre, ni siquiera da las horas, como los relojes de péndulo o los de las torres de las iglesias. Y comprendí su arrogancia, pues el tiempo no es humilde ni deja de ser engreído cuando vence a tus años, antes bien, se envanece porque te anuncia que él ha vencido y que tú debes someterte a organizar tu saldo temporal, el que la naturaleza puede darte para el resto de tu vida. Y comprendí que el tiempo es oscuro, porque no hay brillo ni destello en su esperanza, no lleva los colores de la inmensidad del espacio, ni siquiera el negro estrellado de la noche, y en su oscuridad no hay matices de ilusión para ver clarearse el destino.  Y me di cuenta, finalmente, que no se puede alterar, ni la consecuencia de los momentos vividos, ni el que pueda reservarte el destino, ni siquiera el instante fugaz que percibimos, porque no puedes manejar el acontecimiento ni detener las manillas del reloj invisible que marca ese tiempo. Por eso pensé que lo mejor era... ser indiferente al tiempo y a su maquinaria inalterable para marcar los años, sobre todo a esos años que aún quedan por vivir. Y por eso pensé que nada mejor que refugiarme en mi papel de espectador, envuelto de esperanza y de ilusión -con un nombre que di en honor a mi cuento, el de Campesino- para disfrutar de los instantes felices que ese tiempo, aún así, puede regalarte, y para hacer frente a los deslices que puede enviarte ese cómplice del tiempo que es el destino”.

Y por eso pensé en aquella cita de Woody Allen, que dice “Me interesa el futuro porque es el sitio donde voy a pasar el resto de mi vida”; o en aquella de Horacio“Imagina que cada día es el último que brilla para ti, y aceptarás agradecido el día que no esperabas vivir ya”. Y por eso pensé en las virtudes del presente, recordando ese proverbio árabe que dice: “Lo pasado ha huido, lo que esperas está ausente, pero el presente es tuyo”.

Cartel comercial de "Atrapado en el tiempo"
En ese maravillo universo de sueños del cine, hay una comedia que me encanta. Se trata de “Atrapado en el tiempo”; una película  tan impecablemente realizada por el maestro Harold Ramis, a mi parecer todo un clásico de su género, que decidí incorporarla a mi trilogía de películas favoritas. Y la cuestión, y por lo que hago su referencia, es que, tal vez, encontré en ella un mensaje por el que descubrí la clave del "remedio imposible" para alterar esos acontecimientos que quieres evitar o para conseguir los que deseas que se produzcan. Pero es ese otro impresionante mensaje que aparece, tras la repetición de las escenas de ese mismo día, por un capricho o avería de la maquinaria del tiempo, al encontrar la ocasión de ver con claridad nuestros errores y abusos, nuestras fechorías e indecencias, o la de mostrar esa limitada personalidad nuestra, menos atractiva, la que menos nos favorece, o incluso de vernos con tan poca carencia de recursos, tan necesarios para fascinar... es ese el mensaje, como digo, el que me hace reflexionar sobre la posibilidad de burlar el tiempo, “rebobinando” las escenas más indeseables de nuestra vida cercana, para después mejorarlas y darles, si no el aliño de perfección, sí al menos el grado de ver la satisfacción de conseguir lo que la torpeza de nuestra precipitada condición humana no pudo lograr.

Quizá hay un "buen destino" que mueve las manillas de
nuestro reloj del tiempo. Y debemos vigilar el "mal destino"
 
que puede manipular esas manillas en contra de nosotro
s
William Shakespeare decía: “Tan a destiempo llega el que va demasiado deprisa como el que se retrasa demasiado”. Por eso, ya que el tiempo no se para, con el fin de que podamos analizar y valorar todo lo que hacemos o dejamos de hacer, es por lo que deberíamos detener nuestro apresurada carrera de compromisos y ocupaciones para enriquecer la pobreza de nuestra actividad y de nuestra estimación personal. Ese instante que le robamos al tiempo, y que desde luego no se va a detener, nos dará holgura en el día que ha de venir y nos gratificará el momento en que buscamos ser mejores; porque, decía Plutarco“Tener tiempo es la posesión del bien más preciado por quien aspira a grandes cosas”. Y observemos lo que dijo Goethe“Aprovechad el tiempo que vuela tan aprisa; el orden os enseñará a ganar tiempo”.

Así que, es mi reflexión, "pensemos en el tiempo, pero para complacernos en el presente y no para que, impasibles y pacientes, dejemos que pase para esperar el mañana, en su futuro incierto". Sin olvidar tampoco, y así pienso yo: "Seamos indiferentes a la crueldad de la rapidez en que se mueve el tiempo y no dejemos de poner nuestra parte de ilusión en ese mañana; pero ¡vivamos y disfrutemos el presente que nos depara el hoy! Porque, decía Ralph W. Emerson: “Graba esto en vuestros corazones: cada día es el mejor del año”. Pero ¡ojo! No perdamos tampoco el tiempo, ni en la vulgaridad de lo inútil, ni en la futilidad del ocio que menos nos reconforte, porque, decía Benjamín Franklin: “si el tiempo es lo más caro, la pérdida del tiempo es el mayor de los derroches”.

El tiempo solo se detiene si su reloj deja de funcionar
Te llamo a ti: tiempo, que haces pasar los años,
que nos manejas con cruel desconsideración
y nos perturbas en un sinvivir de desengaños,
sin que podamos hacer nada por evitarlo;
porque cuentas con tu aliado amigo: el destino.
Procuraré olvidarme de tu silencio,
trataré de vencer tu arrogante clase
ante mi simple y humilde posición
e intentaré buscar un brillo y una esperanza
en la sonrisa de mis seres queridos
y en la de mis conocidos y amigos,
y trataré de recuperar un destello,
desde ese lejano y azul universo de mis sueños.
(Ángel González "Rusty Andecor")

Por cierto, no olvidemos que la esperanza de hacer realidad los sueños está siempre ligada al futuro, que es una dimensión que pertenece al tiempo. Víctor Hugo dijo: "El futuro tiene muchos nombres. Para los débiles es lo inalcanzable. Para los temerosos, lo desconocido. Para los valientes es la oportunidad". Por su parte y ensalzando aún más la ilusión que se pone en el futuro, Eleanor Roosevelt dijo: "El futuro pertenece a quienes creen en  la belleza de sus sueños". A lo que Andecor, enalteciendo todavía más la fe en los sueños, replicó:  "El futuro representa la apología del iluso, aunque, tal vez, la consecuencia de un ideal por el que se empeñan los que, con la enseña y estandarte de sus ilusiones, ponen rumbo a la isla de sus sueños".

Y para terminar, no me resisto a dejar aquí la belleza de esos versos de Pablo Neruda, con los que comienza y acaba su  Oda al tiempo:

"El tiempo es decidido, no suena su campana..."
pero el buen destino lo ve pasar y si ese destino
está con nosotros lo pone a nuestro lado,
para protegernos y cuidar de nuestros sueños.
Dentro de ti tu edad
creciendo,
dentro de mí mi edad
andando.
El tiempo es decidido,
no suena su campana,
se acrecienta, camina,
por dentro de nosotros,
aparece
como un agua profunda
en la mirada
y junto a las castañas
quemadas de tus ojos
una brizna, la huella
de un minúsculo rio,
una estrellita seca
ascendiendo a tu boca.
...


Amor, qué importa
que el tiempo,
el mismo que elevó como dos llamas
o espigas paralelas
mi cuerpo y tu dulzura,
mañana los mantenga
o los desgrane
y con sus mismos dedos invisibles
borre la identidad que nos separa
dándonos la victoria
de un solo ser final bajo la tierra.

viernes, 1 de abril de 2011

Mi reflexión sobre la indiferencia

Jr. distraído, no indiferente
 “A veces, la indiferencia y la frialdad
hacen más daño que la aversión declarada”
(J.K.Rowling, la escritora inglesa,
creadora de Harry Potter)

Prefiero los errores del entusiasmo
a la indiferencia de la sabiduría
(Anatole France)

“Si tuviera que destruirte no me ensañaría
con el odio que podría sentir por ti,
sino que, primero, te demostraría mi indiferencia
y, después, me olvidaría de que existes”.
(Rusty Andecor)


“Gracias a que soy capaz de llegar al estado de la indiferencia sentimental, me sigo arriesgando a ser vulnerable ante las personas que quiero, pues en el fondo sé que no pueden destruir aquello en lo que creo
y que, por tanto, nunca podrán destruirme”
(P. S.)

El Diccionario de la Real Academia Española refiere el significado de  Indiferencia como la ”Libertad absoluta que deja a la personatotalmente imparcial para escoger entre dos acciones opuestas, esto es, sin preferencia por ninguna de ellas”; mientras que define a loindiferente como aquella “acción que no importa que se haga de una forma o de otra” y, en otro contexto, a “aquel que no despierta interés o sentimiento alguno”.

Pero no hemos de disertar en esta reflexión sobre este concepto, sino sobre un origen más cercano a la debilidad y miserias humanas y sobre sus consecuencias en los sentimientos de las personas que sufren esa indiferencia de los demás y en la frialdad e insensibilidad de los que la experimentan y, tal vez, se complacen cuando se muestran distanciados e indiferentes.

Y es que “lo peor que alguien puede sentir por ti es la indiferencia; porque si alguien te odia es porque le has importado alguna vez”. Aunque no siempre esa indiferencia tenga porqué moverte hacia un resentimiento contra quien se muestra indiferente a ti, o destruir tu temple afectivo hacia un mundo que no te reconoce o te resulta ingrato.Leon Tolstoi decía “A un gran corazón, ninguna ingratitud lo cierra, ninguna indiferencia lo cansa”.

Quizá nos mira con indiferencia
”El peor pecado contra el prójimo no consiste en odiarle, sino en mirarle con indiferencia, y es ésa la esencia de la humanidad”, decía George Bernard Shaw. Y se dice que “a veces, la indiferencia y la frialdad hacen más daño que la aversión declarada”. Porque, si la esencia del calor humano y del magnetismo comunicativo es, no ya el afecto que nos pueda unir, sino la generosidad para ese acercamiento mutuo, la de la frialdad de esa indiferencia es el menosprecio a la existencia del ser humano, tanto cuando se trata, precisamente, de esa persona que conocemos o que hemos tenido cerca de nosotros, como cuando lo es de toda una especie a la que no deseamos acercarnos jamás y, tal vez, la despreciamos, para seguir encerrados en nuestro mundo exclusivamente material y "morbosamente interesado".

Pero no es, quizá, la indiferencia del ser absorto habitualmente en su propio egoísmo y en su mundo malsano de codicia, ahogado por completo en su materialismo, el que nos preocupa, sino aquel que nos ha sugerido o proporcionado su abnegada disposición, su calor afectivo y su ofrecimiento desinteresado, en otros momentos pasados o en su aparente cercanía actual. Porque, decía Martin Luther King, “lo preocupante no es la perversidad de los malvados sino la indiferencia de los buenos”. Es el desencanto, el de los buenos amigos en los que creíamos, porque así se ganaron y acreditaron la razón para que confiáramos en ellos, lo que más nos desaliente y nos produce una mayor frustración.

Y es la fisura o el resquicio que se produce en la solidez de una relación humana, esa que sobreviene de los bajos instintos de nuestro condicionamiento, la que doblega la bondad de una relación personal, tales como el envanecimiento, la envidia, el egoísmo y el hedor de ese mundo vacío y falso que nos rodea, y de quien no solo te ignora inmerecidamente cuando dejas de servirle sino que, en ocasiones, se muestra frío y distante, como si te hubiera olvidado, porque es el arma que tiene para que con tu aflicción se alimente en él una carga de satisfacción morbosa, o para que cometas el error de entrar en su dinámica cínica y mezquina de actitudes análogas.

Quizá, la indiferencia, a veces, es producto de un desgaste afectivo, que termina en apatía, desgana o pasividad en una de las partes de ese tándem humano, cuya dinámica de entendimiento y de satisfacción emotiva deja de estar equilibrada, hasta el punto de producirse el deterioro o desaparición del interés del uno para el otro.

Si nos remitiésemos a “Mi reflexión sobre la amistad”, entenderíamos parte de ese deterioro que puede abocar en la indiferencia y que es tocante, tanto a los amigos, como a la familia o como a esas otras personas con las que hemos podido tener una relación sentimental o laboral. Porque si uno de los peligros de la amistad, o relación equivalente entre dos o más personas, es la envidia que se siente cuando percibimos el bienestar ajeno o la posesión de algo que nosotros codiciábamos, con descontento en nosotros de su suerte, la generosidad de los demás, que pretende compensar nuestro resentimiento o aversión, puede aún distanciar más la relación; pues no olvidemos que, a veces, la generosidad mata.

Pero recordemos, haciendo referencia a tales reflexiones, las situaciones equívocas que se producen en ese aparente desgaste en la relación humana, cuando no es la evidente y manifiesta indiferencia, como la causante de esa percepción, tales como las dificultades de la demostración afectiva en los demás hacia nosotros o la desconfianza que sentimos ante situaciones que muestran, tal vez difíciles para ellos, cuando exteriorizan ese signo de supuesta frialdad o desdén hacia nosotros, y sin que realmente sea así.

Nada hay más frustrante que sentirse un amigo
y no poderlo demostrar
Y es que, recordando mi cita en las reflexiones a que me he referido, “no hay nada más frustrante que sentirse un buen amigo y no poderlo demostrar ni ofrecer el influjo de su bondad a quien de verdad se aprecia, por culpa de las conveniencias sociales, de las trabas familiares y de la imposición del rigor de las costumbres”, lo que hace aparentar una falsa indiferencia. O, como decía mi amigo Pepe Bravo en una carta que me escribía hace años, la confusión que nos ofrecen esas“situaciones excepcionales que, a veces, nos muestran estados inexistentes que nos hacen dudar y desconfiar”, cuando la causa de tal frustración está en la inmerecida falta de credibilidad o de estima de esa persona que aparenta ignorarnos.

Pero es evidente, volviendo a la naturaleza de la dimensión que nos ofrece esa distante y fría indiferencia, que es también la consecuencia del resultado de un deterioro de calor afectivo, que va alejando progresivamente la comunicación, o la de un conflicto sentimental que, cargado de incomprensión, de antipatía o de inapetencia en la relación, hace distanciar esa comunicación hasta terminar en la indiferencia.

(“Porque deseo herirte y que sufras,
es por lo que habré de mantenerme
lejano e indiferente a ti, y entiendas
que, incluso, ignoro que existas”)
Sin embargo, no es solo la apatía, ni el hastío o desgana, ni incluso el desencanto, lo que hace llegar a la indiferencia o a la actitud de“ignorarnos”, sino la pasividad no exenta de intencionalidad en hacer daño o en provocar dolor en los demás, al querer demostrar una deliberada indiferencia. En ocasiones, es el resentimiento, el despecho y la animadversión, los que pueden llegar a ocasionar el deterioro más notable de una relación hasta llegar al abandono de la dedicación afectiva, e incluso comunicativa; es decir, a la indiferencia. Así se expresaría el dolido o despechado: “Porque deseo herirte y que sufras, es por lo que habré de mantenerme lejano e indiferente a ti, y entiendas que, incluso, ignoro que existas”.

Pero… si he de ser sincero, tampoco es este el contexto sobre el que, con más razón e interés, he pretendido disertar, en cuanto al origen menos deseable de la indiferencia y en cuanto a sus consecuencias tan perniciosas para los demás. Y es que sabemos que la indiferencia, por lo general, es consecuencia directa de la soberbia al pensar que somos más importantes de lo que en realidad somos. Sabemos que no hay mayor cobardía que la indiferencia por orgullo y falsa valentía cuando alguien nos defrauda o no colma nuestras expectativas o apetencias. Y entendemos que la indiferencia y el silencio es, a veces, la mejor respuesta a la provocación. Incluso, pretendemos ser indiferentes ante quien desaira nuestras atenciones o desprecia nuestra afectividad.


Y en este punto, me gustaría citar algunas de las consideraciones que me hace mi amiga, la escritora y poeta P. S.: ”Para mí, la indiferencia es necesaria como postura vital, como higiene física y mental de todo aquello que nos puede agredir y hacer tambalear nuestra capacidad de poder vencer todos los problemas y dificultades que encontramos en la vida. Si no fuésemos indiferentes a la “masa brutal”, indiferentes a la opinión general, indiferentes a todas las personas que pretenden obstaculizar nuestros sueños y proyectos, por su propio egoísmo o por envidia, indiferentes a sus pequeñas o grandes traiciones... ¿cómo íbamos a poder seguir siendo felices o a poder seguir buscando la felicidad? ... pues cuando somos niños, nos defendemos fingiéndola, porque aún no somos el blanco de los verdaderos problemas, pero cuando nos hacemos adultos nos damos cuenta de que esa indiferencia es un resorte necesario y auténtico para nuestra estabilidad emocional”.

-
P. S. terminaba diciendo que el sentimiento de la indiferencia es positivo, pues aunque te duela te ayuda a dar por terminado un período de tu vida y a empezar con ánimo otra etapa, porque en ese mundo de las relaciones humanas es “lo que marca un antes y un después”. Y añadía que “es un estado al que se llega de forma natural y gradual después de un desengaño y que sirve de mecanismo auténtico de defensa en las personas sensibles, y no solo como actitud canallesca, intencionada o negativa; porque “el mal intencionado” nunca se muestra indiferente, sino que se limita a seleccionar al que quiere hacer daño; en cambio, “el bien intencionado” siente, o verdadero amor, o verdadera indiferencia, porque en este último caso ni lo percibe siquiera”. Y finalmente me ilustraba con esta cita: “Sin sentir indiferencia por algunos seres no podríamos amar localmente a otros”.
-
Pero, volviendo a mi perspectiva más transigente, no como mecanismo defensivo sino como actitud benévola hacia ella, contra la indiferencia está la virtud de la lealtad, por la que “en época de contrariedades y distanciamiento”, debe, incluso, ésta mantenerse; sin olvidar que la sublimidad de esa noble condición está en la disposición de no abandonar su apoyo y dedicación a pesar del olvido, indiferencia, abandono o, incluso, desprecio y hostigamiento de la persona a la que se es fiel.

Tal vez, no es necesario arriesgarse a entrar en la dinámica de responder ignorando al indiferente, porque corresponder con la misma actitud no resuelve nada, salvo demostrar quién es más orgulloso y soberbio, y solo destruye las expectativas de una reconciliación en la relación truncada. Tal vez, en esas otras ocasiones en que no es necesaria “poner la otra mejilla” ante la indiferencia, se puede ser más discreto y cauto, esbozando una simple pero elocuente sonrisa; pero no aquella con esa carga de ironía que sugiere tan sutilmente un mensaje tan poco “elegante” como el recibido desde la indiferencia. Pues decíaShakespeare “hay sonrisas que hieren como puñales”

    (La sonrisa es el escaparate del alma)
En “Mi reflexión sobre la sonrisa”, decía que el semblante que mostramos es nuestra “carta de presentación” y quizá la sonrisa puede ser el “escaparate del alma”.Porque sabemos que la sonrisa también es una expresión involuntaria de ansiedad y de otras emociones menos felices, y que, a veces, se convierte en la manifestación de la desaprobación de una persona hacia otra, del reproche, del sarcasmo y de la burla, del desprecio e incluso como respuesta a la indiferencia. Y aunquenunca debería ser la sonrisa un artificio de cortesía, pues ese gesto es una mueca que no sale del corazón, sino de la falsedad y de la hipocresía que aparece a menudo en la naturaleza de nuestros prejuicios sociales y de la frivolidad de nuestro condicionamiento humano, la sonrisa debe conciliar y recuperar una armonía en los efectos de ese distanciamiento que nos genera la indiferencia. Porque, como dice Rusty Andecor“la sonrisa debe ser la luz que te guía en la penumbra de esos momentos de la vida ensombrecida, cuando te cruzas con la mentira, la soledad, el desencanto y la indiferencia".

Una sonrisa alegra el corazón,
mientras que la indiferencia lo lastima
Y a veces, cuando pensamos que debemos mostrar nuestra fría indiferencia, como arma para sugerir la desaprobación o el rechazo de algo, o para eludir una situación, disculparse ante una invitación no deseada, o evitar la presencia de alguien, deberíamos de pensar que “una sonrisa no cuesta nada, enriquece a quien la recibe sin empobrecer a quien la ofrece; que una sonrisa alegra el corazón, mientras que el desprecio y la indiferencia lo lastiman”. Y así, haciendo referencia a mi reflexión en “De los colores y los aromas de la Puerta del Sol y sus aledaños”, aún recuerdo a aquella “pícara e intencionada sonrisa de esa“terapeuta de desencantados” y voluntariosa "curandera de víctimas de desamores", que me asaltó en la  cercanacalle de La Montera, invitándome a su   bálsamo milagroso, y que parecía espléndidamente envuelta en un ramillete de colores entrañables y confiados, supe que “debía ser correspondida con la misma sonrisa que, aunque eludiendo su tentadora receta, habría de gratificar ese acostumbrado tópico malsonante, tan propio del perfil de su oficio; y además... era necesario premiar su mal entendido gesto de invitación con la complicidad de la más elocuentes de esas sonrisas”.

"No guardes la sonrisa que puedas dedicar
a tu amigo hoy, mañana no estará contigo
si no le sonríes ahora"
 
Porque es evidente que la sonrisa, en contra de la indiferencia, es la manifestación más inteligente para contribuir a cambiar un mundo gris que nos acecha cada día; porque, como decía Rusty“la vida es un espejo; aprende a sonreírle y él te sonreirá a ti”, que la sonrisa ilumina los colores de nuestro propio ánimo, ése que nos tienta a mostrarnos indiferentes.

Y a propósito de sonrisa; no quisiera perder la ocasión de referirme a una de mis citas que escribí precisamente para mi reflexión sobre la sonrisa y que decía: “no guardes la sonrisa que puedas dedicar hoy, para mañana; porque solo podrás sonreír mañana si has sonreído hoy”. Como tampoco quisiera dejar de recordar aquellos versos que escribí, para vosotros, y que no deberíais olvidar. Y es que si puedes, trata de evitar caer en la fría y distante indiferencia, pues...

 “... Si quieres que ese mundo
quizá extraño, inquietante
y turbio nos sonría
debemos sonreírle nosotros antes a él,
aunque lo veamos tan... tenebroso,
Debemos sonreír al mundo, aunque lo veamos
tenebroso e indiferente,
porque así podremos seducirle y él
nos sonreirá también.
aunque lo sintamos tan indiferente.
Si ese mundo tan gris que parece ignorarnos
puede ver nuestra sonrisa…
podremos seducirle y seguro, seguro

que él nos sonreirá también”

Y para despedirme, dejadme que
os quede estos versos que una vez os escribí: 

Y vi en aquella sonrisa…
la música de una mirada,
el perfume de un aliento,
el color de una esperanza,
los sabores de un latido,
el beso de aquel alma

el dibujo de un sueño
y el azul de mi añoranza.




Audrey fue capaz de sonreír a ese mundo lúgubre y sombrío
de rostro turbio e inquietante;
y fue capaz de cautivarlo con su magia,
con el perfume y la miel de sus ojos,
con su tímido y sereno semblante,
con su frágil pero serena belleza,
con la fascinación de su mirada
y su dulce y transparente sonrisa.

Y Audrey venció la indiferencia
del mundo y de sus colores oscuros.
Y el mundo quedó deslumbrado
... y le sonrió también.
-
Ángel González "Rusty Andecor"